Berlín en Otoño


Berlín 2008.

Pilar Bonet escribía en Bonn el 10 de enero de 1999 este artículo sobre las transformación del nuevo Berlín.

Las instituciones alemanas se trasladan a la nueva capital de la República Federal

Los camiones de mudanza se ven cada vez con más frecuencia en Bonn, la ciudad del Rin que durante cinco décadas ha moldeado la cultura política democrática de Alemania. Las instituciones que sustentaban el tejido intelectual de esta plácida villa desaparecen, como arrancadas de cuajo, con destino a Berlín, donde los atascos de tráfico y los acontecimientos políticos importantes se suceden a ritmo cada vez más acelerado. Mientras Berlín florece e inagura lujosos edificios, Bonn se hunde en la melancolía y se despide de una época con dudas sobre la capacidad de Telekom (la principal compañía telefónica de Alemania) y de las instituciones oficiales que aquí se quedan para suplir la vida que generaban las que se van. En verano de 1998, el presidente federal, Roman Herzog, dio su última gran recepción anual en Bonn, y en el otoño, la presidencia federal trasladó sus oficinas y su personal a Berlín. En otoño también, los ministros acudieron al último baile de la prensa de Bonn y poco después se celebró el último baile del Club Americano. Para Bonn se han acabado los bailes y también los interesantes debates de la Sociedad de Política Exterior, cuya sede ha comenzado a funcionar en Berlín desde enero. Los periodistas que cubren la vida política y los diplomáticos buscan ya despacho o residencia para el verano. El Gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder quiere ejercer desde Berlín de forma regular desde septiembre.

Schröder y buena parte de su equipo no han echado raíces en Bonn. El canciller, cuya familia sigue residiendo en Hannover, se ha empeñado en descentralizar los consejos de ministros, que celebra en los diferentes Estados federados alemanes y también en Berlín. Schröder ha comenzado a recibir visitas en esta ciudad y utiliza para ello el edificio del Consejo de Estado de la República Democrática Alemana, donde tuviera su despacho el líder germano oriental Erich Honecker, muy cerca del Palacio de la República, un polémico edificio cuyo destino todavía no está decidido. Las dependencias habilitadas para la cancillería en Berlín son insuficientes para albergar a toda su plantilla. El sentido común ha hecho desistir a Schröder de su intención de organizar el trabajo cotidiano de la cancillería en Berlín a partir de abril. Mientras Alemania presida la UE, la cancillería se mantendrá en Bonn.

Cuando Schröder se traslade a Berlín, el conjunto de edificios oficiales estará todavía inacabado y el canciller dirigirá el país «desde una obra», según señalaba el semanario Der Spiegel, que daba cuenta de los enormes problemas con los que topa la gigantesca tarea de configurar el centro de la capital. Los constructores del Reichstag entregarán las llaves del Parlamento en abril. La Fette Henne, el águila que es el símbolo de la República Federal de Alemania, se ha instalado ya debajo de la cúpula de cristal del edificio, donde en mayo se elegirá al nuevo presidente federal. Sin embargo, la mudanza de los diputados será algo posterior. Los primeros camiones de la caravana de los representantes populares saldrán de Bonn el 5 de julio, y el grueso de la lucrativa expedición durará todo ese mes.

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