Huellas, memoria y tiempo. Leslie Osterling

Huellas, memoria y tiempo. Leslie Osterling
Es un relato fotográfico de un viaje……
Un Viaje inacabado.
Un Viaje lleno de huellas, memoria y tiempo recogido en un libro que Leslie Osterling comienza hace 20 años, en 1999, y prosigue desde entonces a lo largo de nuestro planeta Bolivia, Estados Unidos, Cuba, Argentina, Chile, Francia. España, Islas Fiji y -por supuesto- Perú.

Datos del libro
Fotografías: Leslie Osterling
Textos: Leslie Osterling, Mauricio Novoa, José María Díaz-Maroto
Medidas: 24 x 28 cm
Páginas: 156
Impresión:tapa dura.
Precio: 40 €
Editorial: Calma y sosiego EDICIONES

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Texto de Leslie Osterling (fragmento)
Aquí estoy. Hasta aquí he llegado por el momento, a mis 45 años. Reinventándome. Creciendo desde muy chica que gustaba de mirar el cielo e imaginarme dónde acababa, pero este intento al final solo me oprimía el corazón por la incapacidad de captar la infinidad del firmamento.

Mi misión: hacer muchas cosas. Tenía que apurarme porque cada minuto era oro. El tiempo, nuestro verdugo, nunca nos daría una tregua – y yo quería hacer tantas, pero tantas cosas antes de que se me acabara mi turno. Nuestro destino no era sino el de andar hasta volver a ser parte de la inmensidad infinita. Volver a la nada. Como las hormigas. Como las abejas. Como el agua que cambia de ser una cosa a otra. Y punto. Cuál era nuestro propósito. Ninguno en particular. Al menos yo no conocía el mío. Por eso mientras tanto simplemente debía llenar ese vacío con conocimiento y con acción. ¡Hacer cosas! Muchas cosas. No perder el tiempo.

Además, ser aplicada y hacer lo que fuera siempre con una máxima exigencia autoimpuesta. Tratar de alcanzar siempre la perfección. Al menos tratar. Si no se hacían las cosas bien, ¿para qué hacerlas? Esa era mi lema.

Fui la primera de clase y la primera de la promoción siempre. A los 15 años ya estaba en quinto de media y gané una beca para estudiar el Bachillerato Internacional en el United World College of the Adriatic, en Trieste, y representar allí al Perú. Había alumnos de una variedad de razas, credos y culturas que debían conocerse y entenderse: negros y blancos, judíos y árabes, chinos y japoneses, americanos y europeos del Norte, Centro y del Sur. Yo sería la embajadora de la peruanidad. Yo, una chica cuya mamá había nacido en Hamburgo durante el bombardeo de los Aliados a finales de la segunda guerra mundial, y cuyo papá era de origen escocés-piurano. Yo, rubia de ojos azules que hablaba inglés con acento alemán, y a la que en la calle desde chica le lanzaban piropos de gringuita linda. ¿Qué tendría para ofrecer al mundo como peruana? Bailaba muy bien la Marinera y había aprendido a preparar Ají de Gallina y Suspiro a la limeña. También me conocía muy bien la geografía del Perú, porque eso sí, mis papás, amantes de las culturas precolombinas y sus vestigios a lo largo y ancho del país, me habían llevado a recorrer ´´el Perú profundo´´ en varios viajes inolvidables y llenos de aventuras con mis hermanos. Me conocía bien mi patria y sí, a los 15, sería una buena representante de las bellezas de nuestro país.

Quedé enamorada de Italia y de los italianos y busqué cualquier excusa para seguir en Europa. Me fui un año más a Paris……

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