AZULES, OCRES, Y EL PASO DEL TIEMPO

AZULES, OCRES, Y EL PASO DEL TIEMPO. José María Díaz-Maroto

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Medidas: 21 x 21 cm.
Páginas: 96, 47 fotografías color
Textos: Paco Carpio y Dolores Noguera Guirao
Impresión: Lucam
Tapa dura. Papel Gardapak Kiara de 135 grs.
Edición: 100 ejemplares firmados y numerados.
Precio: 30,00 € (envío incluido en la península).
Solicitar a diazmaroto@telefonica.net
«Primera edición con motivo de la exposición AZULES, OCRES, Y EL PASO DEL TIEMPO en la Galería Espaciofoto de Madrid en diciembre de 2014».

EDICIÓN ESPECIAL
Los ejemplares numeros 1/20 a 20/20 incluyen una imagen original firmada y numerada de 15 x 20 cm. editada en papel Ilford Galerie Gold Fibre Slik 310 grs. y un estuche exclusivo con tapa en tonos ocres.
Precio: 90 € (envío incluido en la península).
Solicitar a diazmaroto@telefonica.net

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Edición especial editada en papel Ilford Galerie Gold Fibre Silk 310 grs./>

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Portada estuche exclusivo 22,5 x 22,5 cm. con tapa unida forrada en tonos ocres
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Estuche exclusivo 22,5 x 22,5 cm. con tapa unida forrada en tonos ocres.

Inicio del texto escrito por Paco Carpio

“Es posible un arte que tiene su punto de partida en las emociones, transmitidas a través del color, un color cada vez más libre y arbitrario, y no en las reglas prescritas académicamente. Se trata de emociones que se originan en el artista y que hacen referencia a su mundo interior. Visión sincera, intensa y verdadera”.
Paul Gauguin. Escritos de un salvaje.

PUPILAS EN LA PIEL

Del mismo modo que nos confesaba el (buen) “salvaje” Gauguin, las fotografías de José María Díaz-Maroto están también escritas con la luz de las emociones y reveladas con la policromada química del color. Un color igualmente libre e igualmente arbitrario en tanto que ha seleccionado dos tonos fundamentales para escribir su personal (foto)grafía: Azul y Ocre. Agua y Luz. Mar y Tierra.
No he elegido en absoluto al azar esta cita del gran pintor francés, uno de los primeros viajeros-artistas en busca del exotismo de otras miradas distintas a y distantes de la europea. Ante la mirada clara, fría y cruel de Occidente (Rimbaud), la mirada cálida, curiosa, azulada y albero de un viajero en busca de otras tierras. Pupilas sobre la piel tostada del Caribe, de Canarias, del Cabo de Gata, de Brasil…
Nuestro artista nos dirá: “…los viajes alimentan mi espíritu…” Y, sin duda, el viaje ha sido y es avituallamiento constante y fundamental en su mochila… de viajero.
Desde Marco Polo a los fieros vikings pasando por Ibn Batouta, de Paul Morand o Valery Larbaud hasta llegar a los singulares viajeros del romanticismo (el antecedente menos pedestre y más ilustre de la actual raza de los turistas…), viajar ha supuesto una constante del hombre por encontrar y traspasar límites, los de la tierra o los suyos propios. Decía Henri de Montherlant que “de todos los placeres, el viaje es el más triste”. No lo sé. Seguramente sí que es el más………..

Selección de textos escritos por Lola Noguera Guirao

Paisajes de mujer

Aquellos lugares en los que su mirada se abre al azul, color frío que recoge el tono cálido de mar y del cielo. Cuando el gusto por descubrir detrás de una puerta la vida suave de la naturaleza se enmarca en la lente de un lugar, un espacio, el del infinito que se mueve. Solo buscó el hueco de la sonrisa que hace la ola escorada en la orilla pálida de la costa y, sin embargo, encontró la roca de volcán que cubre con su peso la isleta de aristas rojas. Porque desde la ventana cerrada observa las luces en burbujas de la pared, bolitas de espuma sobre el azul arañado de la edad. Trozos de realidades emplomadas que hacen del tiempo plúmbeos cuadrados en cristales; huecos pequeños que reparten la vida en llanto y risa, y buscan el guiño de su delgadez vistosa más allá del vidrio alado del amanecer. Desde el camino, la carretera o el sendero se acerca a la alegría del sol con paso largo sin detenerse en más destino hilado que el de su sueño. Matices de rojo sangre matizados por muros que se rodean al atardecer de su sonrisa. La tierra y el cielo, el mar y la arena. Silueta de mujer.

Ajuares

Si buscas en el ajuar de la vida encuentras su cuerpo inclinado hacia los avatares de su cocina; porque la plata de sus sienes se mira en el espejo de la juventud que rasura la cara dispuesta a la conquista. Si buscas en su paso lento que se abre a su hueco te miras en la blancura sencilla de su ropa natural mientras el movimiento ágil de un joven se revuelve en compromiso. Pero si te acercas a la expresión sabia de su cara y a la arruga de su cuello vas al camino de la escritura, de la mano que sujeta el papel mínimo para fijar y ordenar el pensamiento. Ella, viejita, atraviesa la vida dejando atrás aquel dolor de la mirada infantil, aquella que el niño enseña con la negrura de sus ojos en una mirada densa de gesto y esfuerzo, de afán y decisión…, como si la caricia fuese golpe y el beso dolor. Vidas de piel morena que pelean con la vida, que se agotan en el movimiento de su fibra delgada, que buscan azules. Vidas.

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